Hablamos con George, cuya pasional manera de escribir y recitar ha calado en los círculos de poesía riojanos.
Desde que servidor comenzó a acercarse a los círculos de poesía logroñeses, hay un nombre que se repite casi en cada cartel. Hace un mes, quedó finalista en el Poetry Slam Logroño. Y es que George es un apasionado de la escritura, hasta el punto de que, algunos amigos, le pedían escribir cosas para sus novias cuando era niño.
«Ya de pequeño, no hacía caso a las clases. Me cogía mi cuaderno y me ponía a escribir. A veces, llevaba las carpetas llenas de escritos». Las letras le han acompañado toda la vida, y pronto se interesó por la mitología y la cultura griega o por textos como La divina comedia —por tener algo de «loco y de místico»—. Ganó algún premio en concursos de relato en el colegio, pero asegura que ese formato no le llena como lo hace la profundidad de la poesía.
Antes de venir a España, este ecuatoriano de nacimiento pasó por países como EEUU o Alemania con poco más de veinte años. Canaliza las situaciones difíciles como «autodescubrimientos», y a través de esas exploraciones se impregna de arte. También, incide en la importancia de la música en su vida. «Quizás haya sido músico en otras vidas».
Esto nos lleva a hablar de misticismo, elemento habitualmente presente en su obra. «Cuando escribo, es como un viaje astral. Me desprendo de mí mismo y me traslado. Un día viajé al Amazonas. Otro, sentía mis pies en la arena de las playas de la Isla de Pascua». Percibe una energía en sus manos. «Es como un canal». Asegura que, en ocasiones, se emociona leyendo sus escritos porque no se acuerda de lo que ha desarrollado. Habla de versos cruzados en sueños profundos, o de impulsos que siente en estado de vigilia. «Es un poco loco, ¿eh?».
Escribe por «pasión e inspiración», y está convencido de que si no escribiera le faltaría media vida. «Tengo que escribir cada día». Y añade, «si te pasas el día trabajando no puedes escribir. Cuando me he visto en esas situaciones tenía que grabarlo para luego plasmarlo. Pero no puede ser». Califica su vida como «alternativa» y de economía de trueque.
Con todo esto, suele ser avisado de los eventos donde se recita poesía y es ahí donde la luce. Lleva dos años subiéndose a escenarios, cosa que no había hecho nunca, asegura, y recuerda con una sonrisa el instante en el que sonaba su nombre como finalista del Poetry Slam Logroño tras nueve meses de competición. «Cuando rememoras, vuelves a sentir cómo vibraba tu corazón en ese momento».
Con su obra, le gustaría hacer una publicación en formato fanzine, de manera alternativa. Mientras tanto, va encuadernando artesanalmente algunos de sus poemas, ya que no tiene prisa ni ambición. En realidad, dice, «los aplausos después de recitar son el mejor regalo».
George me ha recibido con una hospitalidad digna de mención, y, agradecido por mi parte, nos despedimos sabiendo que nos volveremos a ver. Que le volveré a escuchar recitar en el rincón menos esperado.