«Necesito escribir algo que realmente desgarre»

Sofía García Peciña es Sophereth. La escritora, residente en Logroño, presenta el poemario Soplos (Cuadranta, 2025), con un estilo grotesco y plagado de símbolos.

 

Después de leer Soplos, llego a mi cita con Sofía con la cabeza llena de larvas y polillas. También, con la sensación de ir a conocer a una persona atormentada y enigmática. Pero su amplia sonrisa enseguida me acoge con naturalidad y comodidad.

Mi primera inquietud al comenzar la conversación reside en su nombre artístico. «Todo comenzó por querer encontrar un usuario de Instagram». Quería algo abstracto y diferente que le representara, y entre filosofía y mitología dio con Sophereth. «Es un nombre de origen hebreo que significa sátrapa y tirano, que es como trato yo a mis textos. Además, también significa escriba mujer, y tiene cierto parecido con mi nombre, así que me lo quedé».

Esta devota de Hermann Hesse —y amiga de las anáforas— escribió a los cinco años «el cuento más gore que puede escribir una niña». Por su parte, la primera publicación, Eurus (Siníndice, 2022), le llegó a través de un concurso literario de la universidad —un pequeño cuento escrito en prosa. Me cuenta que es «una especie de diálogo entre una joven que simboliza la vida, y la figura de la muerte. Ambos, se acaban intercambiando los papeles».

Ahora, ha publicado Soplos, un poemario que empezó en 2023 y que comenzó siendo «una especie de batiburrillo» de cosas que le estaban sucediendo. «Yo estaba pasando un duelo por una relación y un duelo por un abuso que había sufrido, y necesitaba plasmarlo. Así que estuve hasta finales de 2024 escribiendo poemas». Sin embargo, pese a comenzar como un «batiburrillo», la obra ha quedado estructurada en cuatro partes. «Empezó como una estructuración, pero cada capítulo representa una parte del duelo». Así, el primer capítulo es el suceso; el segundo, las semanas posteriores al suceso; el tercer capítulo es el cambio, donde se agarran las riendas del dolor; y el cuarto y último es la aceptación.

En este libro, las larvas y los insectos nos invaden el cerebro como símbolos de lo que nos carcome en silencio. Presentes están la descomposición, la degradación e incluso las autolesiones. «Necesito escribir algo que realmente desgarre, que no sea estético. Sacar el duelo como es: horroroso», asegura Sofía. Y me pregunto si es un alma atormentada. «Un poco sí (ríe). Soy una persona que ha pasado por eventos duros en la vida, y es algo que plasmo en la obra. Pero también hay elementos llevados al extremo, porque, por ejemplo, nunca me he autolesionado».

Se trata de un poemario grotesco. Y es que «no quería reflejar el duelo como algo estilizado, como algo bello, o con conceptos filosóficamente más complejos como los de la poesía de Manrique. Quería llevarlo a la evidencia cotidiana de lo que es sentir el dolor. Es algo grotesco, y es una intención que he querido añadir deformidad, sangre, y cosas que generen asco y rechazo». También, como símbolo aparece la menta. «Probablemente, es el símbolo más difuso que aparece en el libro. La menta es aromática, pero también invasiva. En algunos momentos, la he usado como alusión a cómo mis pensamientos obsesivos se han acabado por comer totalmente mi salud mental. Pero, de nuevo, llevándolo a lo sensorial».

Soplos representa todas las fases de un duelo y, con un grafismo sensacional, Sophereth juega con la simbología y logra que sientas cómo vuelan las polillas a tu alrededor. Ahora, sigue con su promoción, pero en el horizonte tiene tres proyectos diferentes. Además de una obra «bastante avanzada», tiene entre manos un poemario lírico, pero su proyecto más ambicioso es una novela de ficción.

Descubierto el nexo que nos une, nos despedimos hablando de gatos. Sophereth ya resulta menos enigmática.