Cuatro premios Ateneo, cuatro voces de tinta

De izquierda a derecha: Floren Romero, Anna Jiménez, Luis Alfonso Iglesias y Adriana Bañares.

 

Las personas que ganaron el Premio del Libro Ateneo Riojano nos cuentan sobre su experiencia al recibir el galardón, su bagaje y sus proyectos. Hablamos de Floren Romero en el género de narrativa, Anna Jiménez en el género infantil/juvenil, Luis Alfonso Iglesias en el género de ensayo y Adriana Bañares en el género de poesía.

 

La undécima entrega de los Premios del Libro Ateneo Riojano pasó mediáticamente desapercibida. Máxime, dado el prestigio de este reconocimiento y la importancia histórica de los ateneos en cuanto a la cultura se refiere. Cuatro son los meses que han pasado desde aquella ceremonia donde fueron protagonistas. Hoy, me reúno con las personas que hay detrás de la tinta para saber qué significó ese reconocimiento.

Narrativa

Comienzo con Floren Romero, que se estrenó en el mundo de la literatura con El último hombre en Toribio (Hades), ganador en la categoría de narrativa en el prestigioso certamen del Ateneo. Este argentino de adopción riojana lleva muchos años moviéndose como cantautor, y toda su vida ha estado ligada a la música. «Escribo desde siempre, pero fundamentalmente canciones. No soy poeta, soy letrista, y siempre tuve respeto a los escritores. Pero muchos amigos me insistían en que debía probar, me puse a escribir y, al final, creo que lo he logrado». Dado que es su primera obra, lo ha recibido con estupor. «La primera sorpresa fue que varias editoriales la querían publicar de forma tradicional; la segunda fue cuando me comunicaron la terna del Premio del Ateneo Riojano de narrativa; y la tercera sorpresa, y mucho más grande, fue el día de la entrega de premios cuando me dijeron que era yo el ganador. Porque aquí la gente no se presenta, sino que son ellos quien deciden quién está ternado. Había escritores y escritoras con mucha experiencia. Esas cosas, para mí, son muy importantes. Aún no me lo creo». También ha escrito obras de teatro, como Lorca, palabras y memoria, que representa con el guitarrista Jesús Carbonell. «Allá en Argentina ya hacía cosas. He estudiado teatro en la Escuela Provincial de Teatro de Santa Fe, en mi ciudad». Ahora, espera la publicación de su segunda novela para otoño, y sigue con las presentaciones del libro y con la música.

Infantil/Juvenil

Después, me emplazo con Anna Jiménez, ganadora en la categoría infantil/juvenil por El viaje (Apuleyo). Como Floren, se ha estrenado en la narrativa con el Premio Ateneo Riojano, lo cual ha sido para ella algo inesperado, ya que «había mucha gente conocida, y muy buena. La que más chilló, fue mi madre», cuenta esta peruana adoptada en La Rioja. El libro refleja «una experiencia personal sobre la adopción y el acogimiento», y su hilo conductor es un simbólico oso de peluche que representa la seguridad. Suele escribir y reflejar sus pensamientos, sin embargo, su especialidad es la ilustración. «Dibujo desde que tengo cuatro años», cuenta. «Dibujar es, para mí, algo más o menos mecánico, y eso hace que sea más espontáneo ―una parte liberadora―». De esta manera, tras realizar los bocetos que cuentan la historia, llega la redacción, y en este caso ha sido a través de una labor de documentación sobre psicología. Pero Anna es, además, artesana. «Hago pequeños elementos, como collares redondos de madera que pinto a mano con un pincel muy fino, elaborando diseños. Pero también hago bolsos, telas…». Por otro lado, está comprometida con el arte y la educación. «Mi objetivo es que los niños, en la escuela, no sólo den asignaturas como matemáticas, sino que el arte sirva como ese tipo de expresión antiestrés, que expresen lo que sienten ―incluso cosas que no se atreven a decir a sus padres― y lo impregnen en la cultura». Ahora, trabaja en la segunda parte de El viaje.

Ensayo

Turno ahora de Luis Alfonso Iglesias Huelga, ganador en la categoría de ensayo por Manuel Bartolomé Cossío: El arte de educar (Renacimiento). Además de colaborar en diferentes revistas, escribe cada dos semanas en el diario La Rioja y es profesor de filosofía. «Este libro surge a través de la idea de recuperar la figura de Manuel Bartolomé Cossío, porque estamos hablando del pedagogo más relevante de nuestra historia, del fundador de la Institución Libre de Enseñanza, del primer Catedrático de Pedagogía Superior que existió, del director del Museo Pedagógico, del creador de las misiones pedagógicas, del primer Ciudadano de Honor de la II República y del descubridor del Greco». Cree que todo esto queda eclipsado por el hecho de que, en torno a Cossío, giraron figuras y personajes intelectuales de la época —lo cual llevó a ser propuesto como presidente de la República, lo cual rechazó—. Con este libro, Luis Alfonso gana su segundo Premio Ateneo por un ensayo, y es que tiene varias obras publicadas, también de poesía. «Lo que me brota es la poesía, lo que me sale. Pero también disfruto mucho con el ensayo. Podemos decir que soy un aficionado a juntar letras como poeta que se esfuerza en el ensayo». Ahora, trabaja en un libro de relatos. «Está relacionado con todo el entorno de los institucionistas de la Institución Libre de Enseñanza. Ya que ando con poesía y ensayo, he dicho, vamos a meternos con relatos (ríe). Ya tenía libros de relatos, empecé con ello».

Poesía

Por último, visito a Adriana Bañares, ganadora en la categoría de poesía por Vacaciones (Maclein y Parker). Al igual que Luis Alfonso, recibe el Premio Ateneo por segunda vez y, de hecho, considera «hermanos» a sus dos poemarios premiados. «Vacaciones es el regreso a esa poesía confesional que hice entonces». Un género que había dejado de lado en este periodo de tiempo, y que anuncia que tampoco es la línea que sigue su próximo libro. El premio, para ella, es todo un reconocimiento a su trabajo. «Cuando me avisaron de que era finalista, me lo tomé muy en serio y me puse súper nerviosa. Desde que me llamaron para avisar de que era finalista, me obsesioné mucho. Ser reconocida en La Rioja es muy importante para mí». Para esta experimentada poeta, escribir es algo así como un refugio. En una anterior entrevista, la escritora me decía que la poesía sirve para responderse preguntas, pero muchas veces, sobre todo para hacérselas. «No puedo decir que escribo para sanar, porque hace falta mucho más, pero sí que ayuda». Adriana Bañares es editora y profesora. Ahora, tiene varios frentes abiertos y una agenda apretada en septiembre. Uno de ellos, las XII Jornadas Sabina por aquí en Úbeda, donde actuará con el dúo Adriana y Sr. Alien. También tiene un proyecto de fotografía con Polaroid, que «toma como referencia a esas mujeres de la mitología que no se pueden girar porque se convierten en estatua de sal». En otoño, espera publicar su siguiente poemario.

Como expresó Evelyn Pérez —directora del Ateneo Riojano— en una entrevista a Radio Diferida, «los ateneos han sido revolucionarios». Muchas son las razones que explican el prestigio de estos premios, y muchas las razones para conservar instituciones así. Ahora, como siempre, cada uno de los premiados, cada una de las premiadas, sigue abriendo su senda hacia el eterno aprendizaje, siempre agradecidas por el reconocimiento.

 

Sergio Marín Ochoa